El corazón canta, entre zarzas, himnos a la madre que duerme,
a las mareas y a los ciclos.
Los campos fermentan manos desnudas,
no importan las espinas de las rosas.
La vida parece más larga de lo que es.
Entre zarzas y rosas canta el corazón.
El dolor no le importa.
Los espíritus claman nuevas noches y mueven el mundo.
Un aullido.
Caracolas desgastadas.
Los ciclos se suceden.
Algún día sólo nos quedará un paso hacia el comienzo.